Auditor de cuentas, definición de Wikipedia: “Persona
capacitada y experimentada que se designa por una autoridad competente, para
revisar, examinar y evaluar los resultados de la gestión administrativa y
financiera de una entidad, con el propósito de informar o dictaminar acerca de
ella, realizando las observaciones y recomendaciones pertinentes para mejorar
su eficacia y eficiencia en su desempeño. Originalmente la palabra que se
define significa "oidor" u "oyente".
En forma complementaria a la formación profesional, teórica y práctica, existen
otro tipo de cualidades que son determinantes en su trabajo, referidas a
recursos personales y dones intrínsecos a su carácter.
"Objetividad e imparcialidad" |
Los principios fundamentales para ser un buen auditor, en términos de ética
profesional, son:
Integridad: El
auditor deberá ser recto y honrado en todas las relaciones profesionales.
Objetividad: El
profesional no deberá permitir favoritismos, conflictos de interés o influencia
indebida de otros.
Competencia profesional y diligencia debida: El auditor tiene un deber continuo de mantener el
conocimiento y la habilidad profesionales al nivel requerido, con el fin de
asegurar que el cliente reciba un servicio profesional competente.
Confidencialidad: Un
profesional deberá respetar la confidencialidad de la información obtenida como
resultado de relaciones profesionales y de negocios y no deberá revelar nada de
esa información a terceras partes sin la autorización apropiada y específica.
Comportamiento profesional: Un profesional deberá cumplir con las leyes y regulaciones relevantes y
deberá evitar cualquier acción que desacredite a la profesión.
La personalidad del auditor debe permitir una buena relación con sus
auditados , que les genere confianza, o al menos una empatía,
consiguiendo así su comprensión y su colaboración.
La neutralidad y sutileza del auditor debe ser absoluta ,si la función de
un auditor es la de auditar, evaluar y examinar algo de algún tercero, uno de
los elementos esenciales lo encontramos en que el auditor sea independiente de
este, sea neutral, que sea plena y puramente objetivo, es decir, que sea
como cualquier árbitro que simplemente debe trabajar y guiarse por lo que ve y
por cómo es todo técnicamente, sin que entren en juego percepciones personales,
emociones o pensamientos prejuiciosos propios.
El objetivo es obtener la información necesaria para el
desarrollo de su trabajo aunque ésta le parezca bien, mal o indiferente. El
auditor actuará de forma que no delate su opinión, siendo su actitud totalmente objetiva, imparcial y neutra.